“Se parece a un hombre que construyó una casa; cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; vino una inundación y la corriente se precipitó sobre la casa, pero no pudo removerla porque estaba bien construida” Lc 6, 48
Permitámosle a Jesús que nos ayude a reedificar sobre EL , la Roca, todas las habitaciones de nuestra casa terrenal y espiritual y la de nuestros seres queridos, donde el pecado hizo madriguera, para que él nos libere, nos sane y nos purifique de todo mal, para que los frutos del Espíritu Santo sean morada permanente en ella.
En el nombre de Jesús, te pido Padre que liberes a nuestra casa de todo mal, de todo pecado cometido allí, en contra tuyo en el pasado. Incluso antes de que nuestra familia viviera allí.
Tomo autoridad sobre el pecado, el mundo, todo reino de las tinieblas, y la muerte, pues ya Jesucristo pagó el precio con su preciosa sangre al ganarle la batalla y guerra a éstos que han sido derrotados y aniquilados por su sacrificio, resurrección, intercesión, y segunda venida.
En el nombre de Jesús que nada ni nadie haga mal a mi familia, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, estudio y hermanos en la sangre y en el espíritu.
En el nombre de Jesús todo agente del mal quede atado para no perturbar nuestra vida familiar, nuestro trabajo terrenal y espiritual, nuestras súplicas, oraciones y peticiones intercesoras, nuestros estudios, nuestros negocios, nuestra salud, nuestras finanzas, y toda obra que hagamos en este día y por siempre.
Todo espíritu humano o maligno quede atado con cadenas irrompibles e inquebrantables y enviado a los pies de Nuestro Señor Jesús quien ha de obrar de acuerdo a su voluntad.
Que el poder del dulce nombre y la sangre preciosa de Jesús cubran mi hogar, desde los cimientos más profundos hasta el techo y en todos los rincones interiores y exteriores.
Que una legión de ángeles escolte a todo espíritu liberado por esta oración, de modo particular a quienes en este terreno o en esta casa murieron sin amor, fueron asesinados o cometieron suicidio o murieron con angustia, miedos o cualquier forma de atadura con el mal. Perdónalos, libéralos y que contemplen tu rostro en el cielo.
A su vez, mi Señor Jesús, sigue llenando el cuerpo, el alma y el espíritu de mis seres queridos, de mis hermanos y el mío, con el Espíritu Santo, para que no exista morada para nadie más.
Amén