” Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ella me siguen y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano”. Jn 11, 27-28
Si somos dóciles al obrar poderoso del Espíritu Santo, ninguna perturbación o dificultad permanecerá en nosotros, sino que él quemará todo lo oscuro y doloroso que hay en nuestros corazones y nos hará nuevos. A través de esta oración entreguémonos confiados a su poder sanador y liberador, para que él nos desate y nos resucite como lo hizo con Lázaro.
“Señor Jesús, tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial que cures aquellos que son causa de pecado.
Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de aquellas heridas que me los han provocado a lo largo de toda la vida.
Señor Jesús, tú conoces mis problemas, los pongo todos en tu corazón de Buen Pastor. Te ruego, en virtud de la llaga abierta por la lanza en tu corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.
Cura las heridas de los recuerdos dolorosos que aún hay en mí, a fin de que nada de cuanto me ah sucedido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.
Sella con tu preciosa sangre esas grietas por donde aún hoy el maligno entra a robarme tu felicidad.
Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón, acéptalos, Señor, purifícalo, libéralo de toda influencia maligna y dame los sentimientos de tu divino corazón. Ayúdame a ser humilde, sencillo, generoso y bondadoso.
Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas. Si una parte de mi ser murió con ellos, resucítala con tu ternura y tu poder. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza de que tú eres la resurección y la Vida. Hazme testigo auténtico de tu Resurección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viviente entre nosotros. Amén